EL HABLA
Los bebés
van utilizando poco a poco palabras para describir lo que ven, piensan y
siente. Esto varía en cada uno en función de su desarrollo mental, emocional y
de comportamiento. Antes de que el bebé comience a hablar aprende algunas
reglas del lenguaje y ven cómo lo usan los adultos para comunicarse.
En los
primeros meses de vida hacen algunos sonidos como “ooh” y “aah”. Poco después
comienza a balbucear. Poco a poco esos sonidos van transformándose en palabras
que aprenden escuchando a los adultos de su alrededor. Escuchando es la forma
en la que el bebé va aprendiendo las palabras, la estructura de las frases,
etc. Entre el primer y el segundo año empiezan a formar frases de dos o tres
palabras.
La primera
forma en la que se comunica el bebé es con el llanto. Poco a poco irán haciendo
más ruidos como grititos y gorjeos que le permitirán expresarse mejor. Con
cuatro semanas es capaz de distinguir entre sílabas parecidas como “ma” y “na”.
Con cuatro meses el bebé puede combinar algunas consonantes y vocales, aunque
no sabrá su significado. El sonido de esas palabras le resulta divertido, es un
juego para él.
Con un año
empieza a usar palabras y sabe lo que significan. Se da cuenta de lo importante
que es hablar ya que así puede comunicar mejor sus necesidades.
Entre el año
y medio y los dos años el bebé puede decir 200 palabras, aunque la mayoría son
nombres. Aprende diez palabras cada día, por lo que hay que tener cuidado con
lo que se dice delante de él. Puede
formar frases de dos palabras. Con dos años es capaz de hacer frases de tres
palabras y cantar algunas canciones sencillas.
Con dos años
al niño le cuesta determinar el volumen adecuado a la hora de hablar. Su
vocabulario ya está compuesto por 300 palabras y es capaz de formar frases
uniendo nombres y verbos.
Al cumplir
los tres puede mantener una conversación y ya ajusta su tono de voz dependiendo
de con quién esté hablando. Se le entiende bastante bien y puede decir su
nombre, su edad y contestar a preguntas. A medida que va creciendo habla cada vez
más.
¿Cómo puedes
influir en él? Hablándole. Si le hablas al bebé desde muy pequeño, incluso
cuando aún no ha nacido, le estás ayudando aunque muchas veces ni te entiendan.
A los cinco meses te mirará los labios y poco a poco intentará responderte. Está
demostrado que los padres que hablan mucho con sus hijos cuando son pequeños
tienen coeficientes intelectuales más altos que los demás además de tener un
vocabulario más extenso.
Debemos empezar
a preocuparnos si el bebé no hace sonidos ni los intenta hacer y si ni siquiera
nos mira cuando le hablamos. Esto podría significar que tiene problemas de
oído. Si lo detectamos pronto el niño podrá tener un tratamiento adecuado que
estimule el desarrollo de su lenguaje. También tenemos que tener
cuidado si el niño no habla cuando ya ha cumplido quince meses porque podría
ser autista. En cualquier caso, habría que acudir a un pediatra.
Es habitual
que los niños se atasquen al hablar o que incluso tartamudeen. Esto sucede
cuando están nerviosos o emocionados por contar algo. Hay que dejar que termine
las frases e intentar no intervenir ya que podríamos hacerle sentir mal y que
no aprendiera. Si este tartamudeo es constante en el tiempo habría que
consultar con un logopeda.
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