martes, 31 de julio de 2012

EL RETRASO EN EL HABLA

EL RETRASO EN EL HABLA


Hay niños que tardan más en hablar que otros. Hay que observar al bebé y ver cómo utiliza la voz para relacionarse con su entorno. Debería ser receptivo al sonido y empezar a reconocer nombre de objetos que suele utilizar antes de cumplir el año. No es normal que observe atentamente a su entorno pero no reaccione ante el sonido, podría presentar deficiencias auditivas.
Cuando el bebé tiene entre un año es preocupante que no haga ningún gesto como despedirse con la mano o señalar. Tampoco es bueno que prefiera comunicarse con gestos en vez de hablando o que le sea difícil imitar sonidos.
Si el bebé tiene más de dos años y sólo imita lo que dice o hace la gente sin actuar espontáneamente, sólo habla para comunicar sus necesidades, no puede seguir instrucciones simples, su voz suena nasal o áspera provocando que su pronunciación sea rara o no se le entiende habitualmente debería ser evaluado por un profesional.

¿Qué provoca que un niño tarde más tiempo en hablar?
Hay muchísimos causas que influyen en el retraso del habla. Puede que tenga problemas en la lengua, el paladar o el frenillo. También puede estar relacionado por causas motores. Es decir, las áreas cerebrales responsables de la producción del habla pueden estar dañadas o menos desarrolladas. Lo podemos ver si tiene dificultades para utilizar y coordinar la lengua, los labios y la mandíbula para hablar.
Si el niño tiene problemas auditivos lo más normal es que se produzca un retraso en el habla además de que tenga problemas para entender e imitar.

La función del logoterapeuta:
El logoterapeuta observará al niño y le realizará una serie de pruebas para ver si ha alcanzado los objetivos en el desarrollo del habla. Además estudiará lo que entiende el niño, qué es lo que puede decir, si intenta comunicarse de otras formas, el desarrollo de los sonidos y claridad del habla y su estado motor.
De este modo el logoterapeuta determinará si el niño necesita logoterapia o no y cómo puede ayudarle en casa a mejorar.

La función de los padres:
El desarrollo del habla depende principalmente de dos factores: de la herencia genética y de los estímulos que recibe.
Hay que hablar mucho con él y fomentar la imitación de sonidos y gestos. Hay que tener mucha paciencia porque muchas veces puedes pasarte el día hablando sin parar explicándole todo lo que haces o nombrándole objetos. También es bueno leer al bebé desde que tan sólo tenga seis meses. Siempre buscando los libros adecuados para la edad del niño, enseñándole los dibujos y gesticulando.
Reconocer los problemas con tiempo es lo mejor para ayudar al retraso del habla ya que así se pueden ponerles terapias.

EL HABLA


EL HABLA

Los bebés van utilizando poco a poco palabras para describir lo que ven, piensan y siente. Esto varía en cada uno en función de su desarrollo mental, emocional y de comportamiento. Antes de que el bebé comience a hablar aprende algunas reglas del lenguaje y ven cómo lo usan los adultos para comunicarse.

En los primeros meses de vida hacen algunos sonidos como “ooh” y “aah”. Poco después comienza a balbucear. Poco a poco esos sonidos van transformándose en palabras que aprenden escuchando a los adultos de su alrededor. Escuchando es la forma en la que el bebé va aprendiendo las palabras, la estructura de las frases, etc. Entre el primer y el segundo año empiezan a formar frases de dos o tres palabras.


La primera forma en la que se comunica el bebé es con el llanto. Poco a poco irán haciendo más ruidos como grititos y gorjeos que le permitirán expresarse mejor. Con cuatro semanas es capaz de distinguir entre sílabas parecidas como “ma” y “na”. Con cuatro meses el bebé puede combinar algunas consonantes y vocales, aunque no sabrá su significado. El sonido de esas palabras le resulta divertido, es un juego para él.

Con un año empieza a usar palabras y sabe lo que significan. Se da cuenta de lo importante que es hablar ya que así puede comunicar mejor sus necesidades.

Entre el año y medio y los dos años el bebé puede decir 200 palabras, aunque la mayoría son nombres. Aprende diez palabras cada día, por lo que hay que tener cuidado con lo que se dice delante de él.  Puede formar frases de dos palabras. Con dos años es capaz de hacer frases de tres palabras y cantar algunas canciones sencillas.

Con dos años al niño le cuesta determinar el volumen adecuado a la hora de hablar. Su vocabulario ya está compuesto por 300 palabras y es capaz de formar frases uniendo nombres y verbos.

Al cumplir los tres puede mantener una conversación y ya ajusta su tono de voz dependiendo de con quién esté hablando. Se le entiende bastante bien y puede decir su nombre, su edad y contestar a preguntas. A medida que va creciendo habla cada vez más.

¿Cómo puedes influir en él? Hablándole. Si le hablas al bebé desde muy pequeño, incluso cuando aún no ha nacido, le estás ayudando aunque muchas veces ni te entiendan. A los cinco meses te mirará los labios y poco a poco intentará responderte. Está demostrado que los padres que hablan mucho con sus hijos cuando son pequeños tienen coeficientes intelectuales más altos que los demás además de tener un vocabulario más extenso.

Debemos empezar a preocuparnos si el bebé no hace sonidos ni los intenta hacer y si ni siquiera nos mira cuando le hablamos. Esto podría significar que tiene problemas de oído. Si lo detectamos pronto el niño podrá tener un tratamiento adecuado que estimule el desarrollo de su lenguaje. También tenemos que tener cuidado si el niño no habla cuando ya ha cumplido quince meses porque podría ser autista. En cualquier caso, habría que acudir a un pediatra.

Es habitual que los niños se atasquen al hablar o que incluso tartamudeen. Esto sucede cuando están nerviosos o emocionados por contar algo. Hay que dejar que termine las frases e intentar no intervenir ya que podríamos hacerle sentir mal y que no aprendiera. Si este tartamudeo es constante en el tiempo habría que consultar con un logopeda.

EL PARTO EN EL AGUA


EL PARTO EN EL AGUA

Para las mujeres que lo han probado, el parto en el agua es como una epidural natural. El agua funciona como un relajante y disminuye las tensiones. Sin embargo sólo está indicado para los casos de bajo riesgo, es poco recomendable que se haga en casa sin ayuda de un médico.

Es una forma natural y primitiva de dar a luz. Aunque siempre debe primar la seguridad y la salud de la madre y del bebé. Si se hace en casa, en caso de riesgo no se puede llevar rápidamente a la mujer y al niño al quirófano, por lo que el peligro es mayor. Hay hospitales que cuentan con bañeras de parto en lugares cálidos. La temperatura del agua debe ser de unos treinta y siete grados ya que es la temperatura del organismo humano. Además a esta temperatura los músculos se relajan y favorece la dilatación sin dolor. La anestesia en este método brilla por su ausencia, ya que el agua cumple sus funciones.

Para el bebé su primer contacto con el mundo exterior es más relajado. Las cosas van llegando poco a poco. Primero el sonido, la luz, el contacto, luego la temperatura… Se va adaptando con más tranquilidad a lo que le rodea. El parto en el agua favorece la transición del bebé del líquido amniótico al exterior.

MIEDO AL BAÑO


Puede suceder que de repente el bebé tenga miedo al agua, aunque antes disfrutara dentro de ella. Lo que antes era tan divertido para él ahora lo sufre.

¿Por qué sucede esto?

Puede ser por diversas causas como que el agua le quemó una vez, le asustó el ruido del agua saliendo por el desagüe, sentía que se ahogaba cuando le enjuagaban, tragó agua, le agobia el agua en los ojos, se le metió jabón en los ojos y le escocían, etc.

Lo que a nosotros nos parece algo normal a ellos les puede provocar miedo, por lo que al ver el agua o escucharla sienten pánico y lloran sin cesar.

¿Cómo ayudar a quitarle el miedo?

Lo primero es explicarle que no va a pasar nada, que vamos a estar con él y que van a estar protegidos todo el tiempo. Consiste en generar confianza. Una buena forma de que consiga esa seguridad es metiéndonos en la bañera con él.

Igual el ruido del chorro del agua le asusta por lo que hay que llevar al bebé al baño cuando la bañera ya está llena. Además es aconsejable enjuagarle la cabeza con las manos o con una esponja, sin utilizar directamente el mango de la ducha. Así evitamos que el jabón le entre en los ojos o en la boca.

Meter nuevos juguetes en la bañera puede distraerle del agua y divertirle. Hay multitud de juguetes acuáticos que hacen que el baño sea un momento de juego para el bebé.

Otra cosa que podemos hacer es poner una música que le relaje. Puede ser la canción de unos dibujos que le gusten o su canción favorita. La podrá cantar y se sentirá más cómodo.

Hay que tener paciencia y ser comprensivos con él. No se consigue enseguida, es un proceso que debe seguir su curso. Debemos conseguir que vea el baño como un momento divertido para que después vuelva a la normalidad.

Si el niño disfruta del agua cuando llegue la hora de ir a una piscina o a la playa se sentirá más cómodo y se acostumbrará con facilidad.

EL AGUA


Los recién nacidos tienen muchos reflejos que favorecen su desarrollo en el medio en el que se desenvuelven.  El agua ayuda es un elemento que está presente en el bebé desde antes de su nacimiento. Tiene muchas cualidades que enriquecen al niño.

Los niños no pueden nadar hasta los cuatro o cinco años, pero antes pueden hacer una natación para bebés o matronatación.

Los beneficios que aporta la natación a los bebés son:

·    Ayuda al sistema inmunológico.

·    Aumenta el coeficiente intelectual: el agua estimula la capacidad de juego del bebé, que a su vez favorece el aprendizaje futuro. Un estudio afirma que los niños que han hecho natación en los dos primeros años de vida tienen una mayor percepción del mundo. Esto aumenta su capacidad creativa.

·    Desarrollo psicomotor: los bebés que no andan ven el agua como un medio en el cual moverse con mayor libertad. De este modo su coordinación será mayor.

·    Fortalece el sistema cardiorespiratorio: el corazón y los pulmones se hacen más fuertes gracias al trabajo respiratorio que se hace en el agua.

·    Mejora la relación con los padres: el bebé vive experiencias con sus padres y son estas las que les unen.

·    Favorece la socialización: el niño está con otros niños mientras hacen estas actividades. Por lo que éste podrá mantener relaciones personales con los demás y se integrará en grupos.

·    Desarrolla las habilidades vitales de supervivencia.

·    Ayuda al bebé a relajarse y a sentirse más seguro.


Hay que preparar al bebé para la natación desde que son recién nacidos. El bebé ha de estar familiarizado con el agua. El agua óptima para la natación es de 32 grados, pero los primeros baños del bebé deben ser a una mayor temperatura. Luego habrá que reducir la temperatura gradualmente, para que no altere su bienestar.

Una buena opción es bañarte con el bebé, sin embargo tiene que haber otra persona que ayude al bebé cuando entres y salgas de la bañera. El bebé debe sentirse seguro y el contacto corporal ayuda mucho. Puede que al principio no le guste pero al poco tiempo se sentirá mejor y pataleará.

Hay que esperar a los tres o cuatro meses de vida del bebé para llevarle a la piscina. Muchas escuelas de natación no aceptan a los menores de seis meses, pero es porque sus instalaciones no son las adecuadas y puede que el agua esté demasiado fría para esa edad. En todo caso, es mejor que vaya antes de los ocho o nueve meses de edad, porque a partir de entonces se pierden algunos reflejos innatos. Los bebés menores de un año se adaptan mejor al agua y no le tienen miedo.

Es importante que la natación no influya en la rutina del bebé, que debe mantener sus horas de sueño y comida. Además hay que controlar el tiempo que está en el agua. Las primeras veces será poco tiempo. Luego podrán aumentarse hasta los veinte minutos.

¿Qué condiciones debe cumplir la piscina?

El agua debe estar a unos 32 grados aproximadamente y su nivel de cloro debe oscilar entre el 0,5 y el 0,6 por ciento.

La piscina tiene que ser cubierta y climatizada, aparte de cumplir con todos los requisitos higiénicos y sanitarios. Los vestuarios deben cumplir esas mismas condiciones.

La piscina de los pequeños deben utilizarla sólo ellos. Y hay que evitar los horarios en los que haya mucha gente ya que el ruido puede asustar al niño.


No es necesario que el niño aprenda muchas cosas, como a flotar. Lo que es necesario es que no tenga miedo al agua y que lo vea como algo lúdico. Por lo que no hay que presionarle ni hacer que todo vaya más deprisa. Si la experiencia le resulta traumática afectará al niño de por vida, así que hay que conseguir que el bebé esté relajado y tenga confianza.

domingo, 29 de julio de 2012

EL CHUPETE

EL CHUPETE



El chupete es un objeto que le da tranquilidad y calma al bebé. El recién nacidos tiene la necesidad de succionar. Al llevarse las cosas a la boca descubren cosas.

Algunos médicos afirman que los chupetes y los dedos provocan problemas dentales, como que no encajen correctamente los arcos dentales al morder.

Los padres introducen el chupete por varias cosas:

·     Regulan los horarios de comida y sueño ya que los recién nacidos suelen comer y dormir mucho. Sin embargo hay médicos que no recomiendan el uso del chupete en menores de un mes ya que puede hacer que aspiren su propio vómito.

·    Reducen el dolor y los llantos que producen los cólicos. Pero algunos padres no saben que el chupete favorece a que el bebé trague más gas, por lo que los cólicos no cesan.

·    Algunos padres quieren evitar que el niño se chupe los dedos. Aunque muchos niños, cuando les quitamos el chupete, usan el dedo.

Es aconsejable que el bebé no use el chupete hasta el primer mes de vida. Esto es porque si se alimenta del pecho puede dejar de succionarlo tanto como antes y esto hace que la madre deje de producir leche.

Ante la gran necesidad de succión del pequeño hay dos opciones. La primera es dejar que el niño succione el pezón tanto para alimentarse como para calmar esa necesidad. La otra opción es que utilice el chupete cuando quiera satisfacer su necesidad de succión.

Los bebés que toman el biberón acepta mejor el chupete que los que no. Esto sucede porque en cuanto se acaba la leche del biberón se acaba la succión y esa necesidad debe ser paliada con otra cosa, como es el chupete.

De todas formas, el chupete debe utilizarse con moderación. El bebé experimenta metiéndose cosas en la boca y llorando. El chupete sustituye al pecho pero el bebé además necesita un contacto físico, que el chupete no le puede dar.

Los chupetes, además de tranquilizarle, le causan dependencia. Para evitar esta dependencia se puede hacer varias cosas: no utilizarlo constantemente, no dárselo cuando no sea necesario y que tenga varios chupetes distintos para que no se obsesione con uno en concreto.

El uso del chupete afectar al bebé en varias situaciones:

Cuando el niño se cae se le suele poner el chupete para que se calme. Esta situación se va a repetir constantemente durante los dos primeros años de vida del pequeño, por lo que puede crear una gran dependencia. Además, en esos momentos el niño es consciente de que tiene limitaciones corporales por lo que elabora una serie de reacciones que se pueden ver limitadas por el uso del chupete.

Cuando el niño va paseando tranquilamente y ve cosas debe expresarse verbalmente y el chupete entorpece este proceso.

Ventajas:
  • Calma al bebé ya que se asemeja a la forma del pecho.
  • Le ayuda a dormir y si se despierta por la noche puede volver a succionarlo y dormirse enseguida.
  • Es mejor que use el chupete a que se chupe el dedo porque en cuanto queramos el chupete desaparece pero la mano no.

Desventajas:
  • Crea dependencia.
  • Es peligroso para la salud dental si se utiliza durante mucho tiempo.
  • El momento de quitarlo es difícil de sobrellevar.
  • Hay padres que puede usarlo de forma excesiva para calmar al bebé cuando hay otros métodos.

SUS PRIMEROS PASOS


Empezar a andar marca un antes y un después en la vida del bebé. A partir de entonces obtendrá una mayor autonomía ya que puede moverse sólo. La mayoría de los bebés empiezan a andar a los trece meses, aunque cada niño evoluciona de una manera diferente. Hay que estimularle a andar, pero nunca presionarle.

A los ocho o nueve meses el bebé comienza a gatear. De esta forma entra en contacto con su entorno. Sin embargo hay algunos bebés que comienzan a andar sin haber gateado nunca.

A los diez meses gatea rápido. Y si le sujetas de pie levanta una pierna.

Con once meses puede andar si le coges de una mano y camina sólo si empuja un carrito. Esto favorece su desarrollo muscular y se empieza a formar el arco de la planta del pie. Hasta los tres años el pie es plano.

A los trece meses empieza a andar sólo y sin ayuda. Si anda sobre superficies irregulares le ayuda a formar mejor la planta de sus pies.

Con un año y medio controla a la perfección el anda. Puede cambiar de sentido con facilidad y ande hacia atrás y de lado.

Con dos años empieza a correr, pero no lo dominará del todo hasta los tres años.

A pesar de esto cada niño se desarrolla a su ritmo, no hay que presionarle. Y hay que vigilarles para que no haya accidentes.

Para caminar el niño debe de erguirse, consiguiendo una nueva perspectiva del mundo. Otra condición es mantener el equilibrio, para ello se ayuda de sus manos. Al principio el bebé anda con las piernas separadas y los pies apuntando hacia fuera. De esta forma se balancea hacia los lados y pierde el equilibrio fácilmente, por lo que poco a poco empieza a estabilizarse juntando sus piernas y poniendo los pies paralelos. Sus pasos son más cortos y se ayudan de los brazos para mantener el equilibrio. Hasta el año y medio no dejará de caerse.

Con el tiempo consigue empujar juguetes, agacharse a recoger algo, ponerse de puntillas, dar patadas a una pelota, bailar, etc.

¿Cómo podemos estimular el aprendizaje?

Al principio los bebés caminan agarrándose a un mueble y desplazándose a lo largo de él.  Una forma de estimular el anda es ayudándole a dar pasos hacia delante. ¿Cómo podemos conseguirlo? Situándonos detrás de él y cogiendo sus manos empujándolas con cuidado hacia delante. El niño comenzará a dar pasos.

Si pones sus juguetes en un cajón a su altura el niño intentará ponerse de pie para abrir el cajón.

Hay que favorecer que el niño se ponga de pie sin apoyos. Una forma de conseguirlo es agachándonos un poco ofreciéndole un juguete de forma que sólo podrá cogerlo si se pone de pie. Cerca nuestro habrá una caja de veinte centímetros de altura. El niño gateará hasta la caja y se pondrá de pie apoyando las rodillas en la caja para coger el juguete.

¿Cómo proteger los pies?

Hay que lavarlos y secarlos adecuadamente para prevenir infecciones.

Las uñas de los pies de deben cortar de forma recta y cada poco tiempo para que no creen puntos de presión.

Los calcetines tienes que estar ajustados para que no se creen ampollas y callos.

Los zapatos deben ajustarse al pie y no quedar sueltos ni muy apretados.

martes, 24 de julio de 2012

LA RISA DEL BEBÉ

LA RISA


Durante las primeras semanas de vida el bebe sonríe de forma inconsciente. Lo hace para comunicarse con los demás, para crear un vínculo de afecto con los adultos que le rodean y conseguir su atención. La sonrisa ayuda al bebé a ser más sociable. Poco a poco esa sonrisa se transforma en risa cuando se enfrenta a ciertos estímulos.

La sonrisa y la risa le dan al bebé placer y bienestar. Físicamente la risa libera endorfinas. Estas hormonas regulan el sistema inmunológico. Es decir, los niños que ríen más tienen más defensas por lo que tienden menos a ponerse enfermos. La risa también incide en las respuestas fisiológicas ante ciertos estímulos emocionales y favorece la atención, la conducta, la memoria, etc. Además la risa tiene cualidades analgésicas, es decir, si un niño se cae y le haces reír pronto se olvidará del susto.

Psicológicamente, la sonrisa está muy presente en la vida del recién nacido. Cada vez que consigue algo sonríe, y es porque se siente orgulloso y de este modo se motiva a seguir experimentando.

Si un bebé no sonríe nunca es que no evoluciona correctamente y habría que llevarlo al médico. Sin embargo, no es adecuado sobreestimularlo. El bebé aún no sabe controlar sus emociones y puede pasar de la risa al llanto en un santiamén. Si no dejas de hacerle cosquillas puede que llegue un momento en el que se ponga nervioso y llore, así que hay que saber cuándo parar.

¿De qué se ríen los bebés?

Todo lo que llama la atención del bebé le alegra. Puede sonreír ante mil situaciones como cuando ven una cara conocida, cuando descubren ruidos o imágenes, cuando hay movimiento, etc.

La primera vez que el bebé sonríe es cuando aún no ha nacido. Las últimas tecnologías demuestran que los bebés tienen expresiones faciales dentro del vientre materno. Por lo que se podría considerar la sonrisa como un acto reflejo que se activa cuando se siente a gusto.

No es hasta que el bebé tiene un mes de vida cuando éste sonríe de verdad por primera vez. Y cuando se ríen es una vez cumplido los cuatro o cinco meses. La risa es considerada como una prolongación de la sonrisa. Es más intenso que la sonrisa. Es imprescindible para el desarrollo afectivo del bebé.

A los siete meses la risa ya es de satisfacción, el bebé ríe de alegría. Con un año al niño le divierten muchas cosas, sobre todo lo inesperado y poco habitual. Con dos y tres años el bebé entiende bromas y chistes sencillos. Pero con cuatro años ya estalla en carcajadas debido a que su lenguaje es más rico y entiende más cosas.

¿Qué le divierte a un bebé? Hay millones de cosas como los sueños placenteros, las caricias, las cosquillas, las payasadas, su reflejo en un espejo, los juegos de manos, las voces que reconoce, el movimiento, las muecas, etc.

Los niños se ríen mucho más que los adultos. Según un estudio, un niño se ríe 500 veces al día, mientras que un adulto tan solo 20.

lunes, 23 de julio de 2012

ANIMALES Y BEBÉS



Cuando todavía no hay niños en casa la mascota suele ser el centro de atención de la pareja y se siente el rey de la casa. Con la llegada de un bebé la mascota puede sentir celos y sentir rechazo hacia el nuevo inquilino. Los padres deben introducir al bebé sin excluir a los animales de compañía. Así en vez de verlos como un intruso y ser un riesgo para el bebé puede aportar una buena relación.

Antes de que llegue el bebé hay que hacer los cambios necesarios para su instalación. De este modo la mascota no asociará los cambios con la llegada del bebé. Además la madre tiene que intentar pasar menos tiempo con él porque cuando el bebé nazca no se va a poder ocupar tanto tiempo de la mascota como antes y podría sentirse excluido.

Hay que dejar que el animal se familiarice con los muebles nuevos destinados al bebé. Los verá como parte de su hábitat.

Una buena opción es invitar a amigos que tengan niños pequeños a casa. Así la mascota se va acostumbrando a su presencia, al trato de estos, a sus ruidos, a sus olores, a sus juguetes, etc.

Cuando llegue el bebé es importante dejar que el animal se acerque a conocerlo. Pero tiene que ser en buenas condiciones de tranquilidad, que no le vea como una amenaza. Hay que dejarle curiosear el tiempo que sea necesario, sin que se asuste. También se le puede premiar con golosinas para que le asocie con cosas buenas.

Hay que aprovechar el tiempo que está dormido el bebé para pasarlo con la mascota para que no se sienta desplazado ni celoso.

Cuando el bebé llore hay que tranquilizar al animal, ya que es un ruido que va a suceder constantemente y tiene que adaptarse a él y estar relajado.

Hay que evitar cambiar las rutinas con el animal. Pero si fuera necesario habría que anticiparlo y cambiarlas antes de la llegada del bebé, para que no sienta rechazo hacia él.

Cuando el niño crezca y empiece a moverse más libremente por la casa hay que enseñarle a comportarse con la mascota. No debe molestarle mientras duerme o mientras come, no debe hacerle daño, etc. No es recomendable dejar a la mascota y al bebé solos sin la supervisión de algún adulto.

¿QUÉ SIGNIFICAN LOS DIBUJOS DE LOS NIÑOS?


¿Qué quieren decir los niños con sus dibujos?

Los niños se expresan mucho mediante los dibujos que hacen, ya que su vocabulario no es muy amplio y no saben expresar sus sentimientos.  Reflejan todo, sus sentimientos y preocupaciones.



El trazo

Hay que fijarse en la longitud y la presión. Por ejemplo, los niños más pequeños no saben dibujar ni formas pero podemos ver su personalidad y sus sentimientos con sus trazos. Estos variarán según el estado de ánimo del bebé. Cuando están muy contentos y animados ocupan casi roda la hoja y aprietan mucho los lápices. Sin embargo, cuando se encuentran inseguros ocupan menos espacio en la hoja.

Si los trazos son largos y curvados quiere decir que es un niño tranquilo y dócil.
Si presiona poco con el lápiz nos dice que es un niño tímido y sensible.
Si utiliza todo el espacio de la hoja muestra que tiene cierta seguridad en sí mismo.
Si utiliza casi todos los colores podemos ver que el niño es muy creativo.
Si los trazos son cortos, enérgicos y bastantae rectos nos indica que es un niño impulsivo, apasionado y de carácter fuerte.

Los colores


La mayor parte de las veces los colores que utiliza el niño no se corresponden con la realidad, pero esto no indica que el niño sea más creativo o no, sino que le apetece utilizar esos colores. Aunque muchas veces hay que prestar atención a los colores que suele utilizar.

Si predominan los colores azul y verde significa que el niño es tranquilo y tiene confianza. Y si son colores claros es un niño alegre.

Si deja muchas partes del dibujo sin colorear, en blanco, quiere decir que le falta emoción en su vida.

El tamaño

Si el dibujo ocupa toda la hoja nos muestra que es un niño seguro de sí mismo.

Si hablamos del tamaño de los objetos dibujados debemos tener en cuenta que el niño no conoce las proporciones, por lo que los tamaños no suelen ser los correctos. Además, lo que él dibuje más grande es algo que le importa. Sin embargo, si un objeto está claramente desproporcionado habría que prestarle atención porque puede significar miedo o agresividad.

El orden


Los niños cuando dibujan improvisan. Según se le pasa algo por la cabeza lo van dibujando. Lo último que suelen dibujar son las cosas que considera más insignificantes.




A pesar de todo esto podemos equivocarnos en la interpretación de los dibujos, por lo que si nos preocupa algo deberíamos preguntarle al niño qué es lo que ha dibujado. También hay que conocer bien al niño, su entorno familiar, si ha podido elegir con qué dibujarlo, a quién va dirigido le dibujo, etc.