sábado, 18 de agosto de 2012

GOLPE DE CALOR

EL GOLPE DE CALOR

 


El golpe de calor es una alteración de la regulación térmica muy grave. ¿Por qué sucede? Una exposición  abusiva al sol o un déficit de hidratación o protección provoca que el cuerpo pierda agua y sal en exceso por culpa del sudor. Los bebés y los ancianos son los que mayor riesgo tienen de sufrir un golpe de calor.

Los golpes suelen ser en días soleados, pero también se pueden producir a la sombra y en días bochornosos. ¿Cuáles son sus síntomas?

·         Piel muy irritada del cuello, pecho y axilas debido al sudor.
·         Calambres musculares.
·         Agotamiento, cansancio y debilidad.
·         Mareos, náuseas y vómitos.
·         Dolor de cabeza.
·         Desmayos o pérdida de consciencia.
·         Deshidratación.

¿Qué hacer en caso de que el bebé sufra un golpe de calor?

En primer lugar llevarle a un lugar fresco y ventilado. Hay que hidratarle y para ello podemos ofrecerle leche materna, agua o suero casero como la limonada alcalina. Esta limonada se prepara mezclando un litro de agua, zumo de dos limones, un poco de sal, azúcar y una cucharada de bicarbonato sódico.

También es aconsejable quitarle la ropa al bebé y ducharle con agua fresca. Después de esto es aconsejable dejarle descansar.

¿Cómo podemos evitar los golpes de calor?

·         Dándole líquidos con frecuencia.
·         Haciendo varias comidas ligeras y frescas a lo largo del día.
·         Bañándole más a menudo.
·         Evitando que haga actividades duras.
·         Vistiéndole con ropa más ligera.
·         Intenta que esté en lugares frescos y ventilados.
·         No estando mucho tiempo dentro del coche.

EL CALOR

EL CALOR


El recién nacido no tiene completamente desarrollado el mecanismo de regulación de la temperatura por lo que hay que tener especial cuidado en verano para que no sufra un exceso de calor. Es cierto que coge frío con facilidad pero precisamente por eso hay que estar más pendientes, ya que si le abrigamos mucho puede pasar demasiado calor aunque no sude. Hay que tocar su nuca para saberlo. De todas formas, si el niño tiene mucho calor lo más probable es que llore o se encuentre agotado.

Hay que estar muy pendientes de él. En el caso de que pase mucho calor deberíamos trasladarle a una habitación fresca, quitarle la ropa, darle líquidos o abanicarle suavemente. En cuanto esté más fresco volverá a la normalidad.

¿Qué podemos hacer para que el bebé esté a gusto en verano?

Debemos vestirle con fibras naturales como algodón y lana, que compensan las variaciones de temperatura.

En casa tiene que haber una buena temperatura. El bebé debe estar en habitaciones frescas y donde de menos el sol. Sin embargo hay que evitar que le dé el viento y las corrientes de aire directamente, ya que se podría enfriar excesivamente.

Hay que mantener al bebé siempre hidratado. De hecho él va a pedir más comida que de costumbre. Si le estamos dando el pecho no es necesario darle un biberón de agua ya que la leche materna es suficiente para mantenerle hidratado.

No es aconsejable dejarle al sol, la luz le debe dar indirectamente. Debe estar protegido con gorro, sombrillas y cremas. Si el niño no soporta el sombrero podemos compensarlo humedeciéndole el pelo con agua.

A los niños les molesta más la humedad que el calor en sí. En lugares excesivamente húmedos el sudor deja de refrescar la piel ya que se evapora por lo que deberíamos utilizar un deshumidificador o un ventilador de aspas anchas.

¿Por qué es tan sensible a las situaciones ambientales extremas? El bebé tiene una superficie corporal menor que los adultos, por lo que tiene menos masa. La sudoración no está bien definida por lo que compensa peor las diferencias de temperatura.

jueves, 16 de agosto de 2012

UN BEBÉ MÁS ALTO QUE SU MADRE

UN BEBÉ MÁS ALTO QUE SU MADRE


Amanda Moore, una mujer británica de 25 años, se ha convertido en la madre más baja de Reino Unido. Debido a una extraña enfermedad en los huesos mide algo más de un metro. Aidan, su bebé la superó en altura a los 14 meses.

Los médicos aconsejaron a esta mujer que no tuviera hijos ya que podría poner en peligro tanto su vida como la del bebé. Sin embargo Amanda se encuentra en perfectas condiciones tras el embarazo y el parto.

El niño no ha heredado la enfermedad de su madre y crece con total normalidad. De hecho se espera que alcance la altura de su padre Steven Fyfe, 1,80 metros.

EL AUTISMO

EL AUTISMO


El autismo es un desarrollo distinto del niño, que da como resultado unos comportamientos anormales. Es un trastorno orgánico que afecta a ciertas áreas del desarrollo infantil. El autismo es un trastorno infantil que tiene una mayor incidencia en niños que en niñas. Según su nivel intelectual las habilidades del niño pueden ser mejores o peores.

Los niños autistas no se relacionan de manera normal ni con las personas ni con los objetos que le rodean. No muestran preferencia por sus padres frente a otros adultos y no se suelen ser amigos de otros niños. Con los objetos puede o sentir obsesión por algunos o evitarlos. Hacen cosas sin sentido de manera repetitiva. Otra característica de los niños que sufren de autismo es que no utilizan el lenguaje para comunicarse. Sienten necesidad por la rutina ya que les molesta el cambio

El autismo es un trastorno que puede durar toda la vida. Sin embargo, si es tratado a tiempo puede que los niños autistas puedan desarrollar una cierta independencia en sus vidas, además de mejorar la comunicación y disminuir los comportamientos descontrolados. Pero hay que tener clara una cosa, el autismo no se puede curar. Una identificación temprana es imprescindible para la óptima intervención, es decir, antes de que la desviación de los patrones normales del desarrollo haya progresado demasiado. Dos de cada tres niños con autismo también padecen de otros problemas adicionales de aprendizaje. A pesar de esto, el autismo se suele reconocer a partir de los dos años de edad.

Los síntomas del autismo se manifiestan desde los primeros meses de vida del bebé pero son muy sutiles. Los padres notan que su hijo es diferente a los demás pero no saben el por qué. Perciben una tardanza en el balbuceo y que apenas mantienen un contacto con su entorno. ¿Qué es distinto? No miran a los ojos, la mirada es corta y de reojo. Ignoran el sonido y muchos son considerados sordos aunque en verdad no lo sean. No responden a su nombre y no reaccionan ante sonidos fuertes. Esto es porque no les interesa lo que les rodea. Por otro lado, los niños autistas no muestran interés por juegos de relacionarse con los demás, aunque sean sus padres, mientras que los otros niños sí que mostrarían interés.

Hay que observar atentamente las habilidades de motricidad del niño, el lenguaje, la percepción sensorial, su desarrollo social y emocional, etc. en su ambiente normal.

¿Qué pediría una autista?

·         Que le ayudásemos a comprender el mundo, necesita que le organicemos todo.

·         Respetarle e intentar comprenderle.

·         No hablarle mucho ni muy deprisa, ya que se pueden angustiar.

·         Hacerle saber cuándo ha hecho algo bien e intentar ayudarle con paciencia y sin agobiarle.

·         Necesita una rutina, así su mundo es más fácil.

·         No dejarle que se quede sin hacer nada y que se aburra.

·         No comprende la imprevisibilidad de las personas, por lo que hay que respetar las distancias sin dejarle solo.

·         A pesar de los destrozos que haga, los ataques de ira y las rabietas su intención no es hacer daño.

·         No le gustan las cosas complejas. Su mundo es simple.

·         Necesita estabilidad y bienestar emocional para estar bien.

¿Cuáles son las causas del autismo?

Algunos estudios afirman que el autismo es causa de una gran falta de afectividad en la infancia ya que los padres son fríos y distantes. Sin embargo, el autismo es consecuencia de una base neurológica y de una secreción en exceso de serotonina en las plaquetas.

¿Cómo reconocer si un niño es autista?

·         No sabe que los demás tienen sentimientos o los ignoran.

·         No busca consuelo cuando está triste.

·         No sabe imitar.

·         No quiere jugar con otras personas.

·         No sabe comunicarse con los demás y tampoco lo intenta.

·         Apenas tiene imaginación.

·         Es muy susceptible a los cambios de su entorno.

·         Su vida necesita ser guiada por una rutina.

·         Le interesan pocas cosas.

¿Cómo podemos ayudarle?

Todos los niños necesitan educación y está claro que hay ciertos tipos de niños que necesitan una educación especial. También se puede recurrir a la psicoterapia, pero esto tiene pocos resultados ya que el niño tiene un importante déficit cognitivo y de lenguaje.

Sin duda, lo más importante es el apoyo de la familia. Es normal que los padres se puedan sentir desorientados en un primer momento pero pueden encontrar apoyo y consejos por parte de pediatras y de psicólogos. La familia debe facilitarle la vida al niño, ya que éste siente una gran necesidad de que su mundo sea sencillo.

martes, 31 de julio de 2012

EL RETRASO EN EL HABLA

EL RETRASO EN EL HABLA


Hay niños que tardan más en hablar que otros. Hay que observar al bebé y ver cómo utiliza la voz para relacionarse con su entorno. Debería ser receptivo al sonido y empezar a reconocer nombre de objetos que suele utilizar antes de cumplir el año. No es normal que observe atentamente a su entorno pero no reaccione ante el sonido, podría presentar deficiencias auditivas.
Cuando el bebé tiene entre un año es preocupante que no haga ningún gesto como despedirse con la mano o señalar. Tampoco es bueno que prefiera comunicarse con gestos en vez de hablando o que le sea difícil imitar sonidos.
Si el bebé tiene más de dos años y sólo imita lo que dice o hace la gente sin actuar espontáneamente, sólo habla para comunicar sus necesidades, no puede seguir instrucciones simples, su voz suena nasal o áspera provocando que su pronunciación sea rara o no se le entiende habitualmente debería ser evaluado por un profesional.

¿Qué provoca que un niño tarde más tiempo en hablar?
Hay muchísimos causas que influyen en el retraso del habla. Puede que tenga problemas en la lengua, el paladar o el frenillo. También puede estar relacionado por causas motores. Es decir, las áreas cerebrales responsables de la producción del habla pueden estar dañadas o menos desarrolladas. Lo podemos ver si tiene dificultades para utilizar y coordinar la lengua, los labios y la mandíbula para hablar.
Si el niño tiene problemas auditivos lo más normal es que se produzca un retraso en el habla además de que tenga problemas para entender e imitar.

La función del logoterapeuta:
El logoterapeuta observará al niño y le realizará una serie de pruebas para ver si ha alcanzado los objetivos en el desarrollo del habla. Además estudiará lo que entiende el niño, qué es lo que puede decir, si intenta comunicarse de otras formas, el desarrollo de los sonidos y claridad del habla y su estado motor.
De este modo el logoterapeuta determinará si el niño necesita logoterapia o no y cómo puede ayudarle en casa a mejorar.

La función de los padres:
El desarrollo del habla depende principalmente de dos factores: de la herencia genética y de los estímulos que recibe.
Hay que hablar mucho con él y fomentar la imitación de sonidos y gestos. Hay que tener mucha paciencia porque muchas veces puedes pasarte el día hablando sin parar explicándole todo lo que haces o nombrándole objetos. También es bueno leer al bebé desde que tan sólo tenga seis meses. Siempre buscando los libros adecuados para la edad del niño, enseñándole los dibujos y gesticulando.
Reconocer los problemas con tiempo es lo mejor para ayudar al retraso del habla ya que así se pueden ponerles terapias.

EL HABLA


EL HABLA

Los bebés van utilizando poco a poco palabras para describir lo que ven, piensan y siente. Esto varía en cada uno en función de su desarrollo mental, emocional y de comportamiento. Antes de que el bebé comience a hablar aprende algunas reglas del lenguaje y ven cómo lo usan los adultos para comunicarse.

En los primeros meses de vida hacen algunos sonidos como “ooh” y “aah”. Poco después comienza a balbucear. Poco a poco esos sonidos van transformándose en palabras que aprenden escuchando a los adultos de su alrededor. Escuchando es la forma en la que el bebé va aprendiendo las palabras, la estructura de las frases, etc. Entre el primer y el segundo año empiezan a formar frases de dos o tres palabras.


La primera forma en la que se comunica el bebé es con el llanto. Poco a poco irán haciendo más ruidos como grititos y gorjeos que le permitirán expresarse mejor. Con cuatro semanas es capaz de distinguir entre sílabas parecidas como “ma” y “na”. Con cuatro meses el bebé puede combinar algunas consonantes y vocales, aunque no sabrá su significado. El sonido de esas palabras le resulta divertido, es un juego para él.

Con un año empieza a usar palabras y sabe lo que significan. Se da cuenta de lo importante que es hablar ya que así puede comunicar mejor sus necesidades.

Entre el año y medio y los dos años el bebé puede decir 200 palabras, aunque la mayoría son nombres. Aprende diez palabras cada día, por lo que hay que tener cuidado con lo que se dice delante de él.  Puede formar frases de dos palabras. Con dos años es capaz de hacer frases de tres palabras y cantar algunas canciones sencillas.

Con dos años al niño le cuesta determinar el volumen adecuado a la hora de hablar. Su vocabulario ya está compuesto por 300 palabras y es capaz de formar frases uniendo nombres y verbos.

Al cumplir los tres puede mantener una conversación y ya ajusta su tono de voz dependiendo de con quién esté hablando. Se le entiende bastante bien y puede decir su nombre, su edad y contestar a preguntas. A medida que va creciendo habla cada vez más.

¿Cómo puedes influir en él? Hablándole. Si le hablas al bebé desde muy pequeño, incluso cuando aún no ha nacido, le estás ayudando aunque muchas veces ni te entiendan. A los cinco meses te mirará los labios y poco a poco intentará responderte. Está demostrado que los padres que hablan mucho con sus hijos cuando son pequeños tienen coeficientes intelectuales más altos que los demás además de tener un vocabulario más extenso.

Debemos empezar a preocuparnos si el bebé no hace sonidos ni los intenta hacer y si ni siquiera nos mira cuando le hablamos. Esto podría significar que tiene problemas de oído. Si lo detectamos pronto el niño podrá tener un tratamiento adecuado que estimule el desarrollo de su lenguaje. También tenemos que tener cuidado si el niño no habla cuando ya ha cumplido quince meses porque podría ser autista. En cualquier caso, habría que acudir a un pediatra.

Es habitual que los niños se atasquen al hablar o que incluso tartamudeen. Esto sucede cuando están nerviosos o emocionados por contar algo. Hay que dejar que termine las frases e intentar no intervenir ya que podríamos hacerle sentir mal y que no aprendiera. Si este tartamudeo es constante en el tiempo habría que consultar con un logopeda.

EL PARTO EN EL AGUA


EL PARTO EN EL AGUA

Para las mujeres que lo han probado, el parto en el agua es como una epidural natural. El agua funciona como un relajante y disminuye las tensiones. Sin embargo sólo está indicado para los casos de bajo riesgo, es poco recomendable que se haga en casa sin ayuda de un médico.

Es una forma natural y primitiva de dar a luz. Aunque siempre debe primar la seguridad y la salud de la madre y del bebé. Si se hace en casa, en caso de riesgo no se puede llevar rápidamente a la mujer y al niño al quirófano, por lo que el peligro es mayor. Hay hospitales que cuentan con bañeras de parto en lugares cálidos. La temperatura del agua debe ser de unos treinta y siete grados ya que es la temperatura del organismo humano. Además a esta temperatura los músculos se relajan y favorece la dilatación sin dolor. La anestesia en este método brilla por su ausencia, ya que el agua cumple sus funciones.

Para el bebé su primer contacto con el mundo exterior es más relajado. Las cosas van llegando poco a poco. Primero el sonido, la luz, el contacto, luego la temperatura… Se va adaptando con más tranquilidad a lo que le rodea. El parto en el agua favorece la transición del bebé del líquido amniótico al exterior.

MIEDO AL BAÑO


Puede suceder que de repente el bebé tenga miedo al agua, aunque antes disfrutara dentro de ella. Lo que antes era tan divertido para él ahora lo sufre.

¿Por qué sucede esto?

Puede ser por diversas causas como que el agua le quemó una vez, le asustó el ruido del agua saliendo por el desagüe, sentía que se ahogaba cuando le enjuagaban, tragó agua, le agobia el agua en los ojos, se le metió jabón en los ojos y le escocían, etc.

Lo que a nosotros nos parece algo normal a ellos les puede provocar miedo, por lo que al ver el agua o escucharla sienten pánico y lloran sin cesar.

¿Cómo ayudar a quitarle el miedo?

Lo primero es explicarle que no va a pasar nada, que vamos a estar con él y que van a estar protegidos todo el tiempo. Consiste en generar confianza. Una buena forma de que consiga esa seguridad es metiéndonos en la bañera con él.

Igual el ruido del chorro del agua le asusta por lo que hay que llevar al bebé al baño cuando la bañera ya está llena. Además es aconsejable enjuagarle la cabeza con las manos o con una esponja, sin utilizar directamente el mango de la ducha. Así evitamos que el jabón le entre en los ojos o en la boca.

Meter nuevos juguetes en la bañera puede distraerle del agua y divertirle. Hay multitud de juguetes acuáticos que hacen que el baño sea un momento de juego para el bebé.

Otra cosa que podemos hacer es poner una música que le relaje. Puede ser la canción de unos dibujos que le gusten o su canción favorita. La podrá cantar y se sentirá más cómodo.

Hay que tener paciencia y ser comprensivos con él. No se consigue enseguida, es un proceso que debe seguir su curso. Debemos conseguir que vea el baño como un momento divertido para que después vuelva a la normalidad.

Si el niño disfruta del agua cuando llegue la hora de ir a una piscina o a la playa se sentirá más cómodo y se acostumbrará con facilidad.

EL AGUA


Los recién nacidos tienen muchos reflejos que favorecen su desarrollo en el medio en el que se desenvuelven.  El agua ayuda es un elemento que está presente en el bebé desde antes de su nacimiento. Tiene muchas cualidades que enriquecen al niño.

Los niños no pueden nadar hasta los cuatro o cinco años, pero antes pueden hacer una natación para bebés o matronatación.

Los beneficios que aporta la natación a los bebés son:

·    Ayuda al sistema inmunológico.

·    Aumenta el coeficiente intelectual: el agua estimula la capacidad de juego del bebé, que a su vez favorece el aprendizaje futuro. Un estudio afirma que los niños que han hecho natación en los dos primeros años de vida tienen una mayor percepción del mundo. Esto aumenta su capacidad creativa.

·    Desarrollo psicomotor: los bebés que no andan ven el agua como un medio en el cual moverse con mayor libertad. De este modo su coordinación será mayor.

·    Fortalece el sistema cardiorespiratorio: el corazón y los pulmones se hacen más fuertes gracias al trabajo respiratorio que se hace en el agua.

·    Mejora la relación con los padres: el bebé vive experiencias con sus padres y son estas las que les unen.

·    Favorece la socialización: el niño está con otros niños mientras hacen estas actividades. Por lo que éste podrá mantener relaciones personales con los demás y se integrará en grupos.

·    Desarrolla las habilidades vitales de supervivencia.

·    Ayuda al bebé a relajarse y a sentirse más seguro.


Hay que preparar al bebé para la natación desde que son recién nacidos. El bebé ha de estar familiarizado con el agua. El agua óptima para la natación es de 32 grados, pero los primeros baños del bebé deben ser a una mayor temperatura. Luego habrá que reducir la temperatura gradualmente, para que no altere su bienestar.

Una buena opción es bañarte con el bebé, sin embargo tiene que haber otra persona que ayude al bebé cuando entres y salgas de la bañera. El bebé debe sentirse seguro y el contacto corporal ayuda mucho. Puede que al principio no le guste pero al poco tiempo se sentirá mejor y pataleará.

Hay que esperar a los tres o cuatro meses de vida del bebé para llevarle a la piscina. Muchas escuelas de natación no aceptan a los menores de seis meses, pero es porque sus instalaciones no son las adecuadas y puede que el agua esté demasiado fría para esa edad. En todo caso, es mejor que vaya antes de los ocho o nueve meses de edad, porque a partir de entonces se pierden algunos reflejos innatos. Los bebés menores de un año se adaptan mejor al agua y no le tienen miedo.

Es importante que la natación no influya en la rutina del bebé, que debe mantener sus horas de sueño y comida. Además hay que controlar el tiempo que está en el agua. Las primeras veces será poco tiempo. Luego podrán aumentarse hasta los veinte minutos.

¿Qué condiciones debe cumplir la piscina?

El agua debe estar a unos 32 grados aproximadamente y su nivel de cloro debe oscilar entre el 0,5 y el 0,6 por ciento.

La piscina tiene que ser cubierta y climatizada, aparte de cumplir con todos los requisitos higiénicos y sanitarios. Los vestuarios deben cumplir esas mismas condiciones.

La piscina de los pequeños deben utilizarla sólo ellos. Y hay que evitar los horarios en los que haya mucha gente ya que el ruido puede asustar al niño.


No es necesario que el niño aprenda muchas cosas, como a flotar. Lo que es necesario es que no tenga miedo al agua y que lo vea como algo lúdico. Por lo que no hay que presionarle ni hacer que todo vaya más deprisa. Si la experiencia le resulta traumática afectará al niño de por vida, así que hay que conseguir que el bebé esté relajado y tenga confianza.